
Los salvajes saltaban hasta el techo y caían sobre Pedro que se defendía valiente mente, y, en esto, todos a la vez , como sise hubieran puesto de acuerdo, los salvajes reventaron y una lluvia de plumas se esparció por toda la habitación.
En ese momento alguien, de repente, cerró la puerta. Se oyeron unas pisadas, y la luz se apago.
Las pisadas se acercaban a Pedro y de repente...
Álvaro
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