-Era una grúa pero no una grúa cualquiera.
No de esas grandes y amarillas que se usan para hacer casas, ni tampoco de las que ayudan en la carretera.
Había sido un camioncito pequeño, que no se podía usa para el transporte.
Su dueño se cansó y la convirtió en una grúa que vende helados a los niños...
No le gustaba su trabajo y la gente le lanzaba piedras.
Al final cambió de trabajo y se fue a la playa y vio a un niño ahogándose y pensó en ayudarlo. Cogió su gancho y lo lanzo, el niño se agarró y tiró con todas sus fuerzas.
Y el niño le dijo : Muchas gracias.
Y consiguió trabajo. Ser una grúa socorrista.
Ricardo.
2 comentarios:
Fantástico final. Me ha encantado tu historia.
Un saludo,
Javier Madrigal
Me ha gustado mucho tu historia . Un final muy bonito .
Myriam del Toro
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